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La Ley General de Sanidad cumple este año tres décadas. Esa norma, aprobada en 1986, incluía una reforma por la cual los antiguos hospitales psiquiátricos (por aquel entonces llamados manicomios) debían desaparecer y el tratamiento de las enfermedades mentales debía integrarse en los hospitales generales. El objetivo de la medida era romper con la estigmatización de las enfermedades psiquiátricas y darles normalidad pasando a atender a los pacientes de patologías mentales en los hospitales tradicionales. 
Treinta años después, Galicia todavía no ha completado el proceso. En aquel momento la comunidad contaba con cuatro centros públicos de este tipo, uno por provincia: Castro de Rei en Lugo, Toén en Ourense, el compostelano de Conxo en A Coruña y el de Rebullón en la localidad pontevedresa de Mos.
Los cuatro siguieron existiendo durante muchos años pese a la entrada en vigor de esa ley. El primero en cerrar fue el de Toén, pero no fue hasta enero del 2012 cuando perdió su actividad. Un mes después dejaba de prestar servicio el de Castro de Rei. La pasada semana lo hacía el de Rebullón. En la red pública solo queda operativo, por tanto, el de Conxo. Y, en principio, no hay ninguna previsión de cerrarlo, según confirmó la Consellería de Sanidade. 

Ahora bien, el hospital psiquiátrico que ahora mismo funciona en Conxo no tiene nada que ver con el sanatorio de tres décadas atrás. El centro ha sido sometido a una profunda reforma, la cifra de pacientes en hospitalización ha disminuido y se han abierto otros servicios de tratamiento más adecuados a la nueva filosofía de la atención psiquiátrica, como un hospital de día y programas de pisos protegidos, talleres o atención a domicilio.
Los pacientes de los psiquiátricos cerrados, así como algunos de Conxo, volvieron a su domicilio si su situación lo permitía, otros a pisos tutelados, a hospitales de día y, en aquellos casos en los que necesitaban continuar hospitalizados, lo fueron en las unidades de agudos que se crearon en los hospitales generales públicos. Otra medida que se impulsó fue la de enviar a alguno de estos pacientes a residencias de ancianos. 
Desde FEAFES Galicia, el cierre de los psiquiátricos clásicos es una reivindicación histórica y, por tanto, celebramos la clausura del sanatorio de Mos. Según el presidente de la entidad, Xosé Ramón Girón, los antiguos hospitales mentales eran «un mal método para la recuperación de las personas con enfermedades mentales». 
Eso sí, para FEAFES Galicia, la desaparición de esos centros no debe suponer que mengüen los recursos, tanto personales como materiales, dedicados a sanidad mental. «La oposición a los psiquiátricos clásicos no justifica la inexistencia de unidades de media y larga estancia que garanticen una buena atención a las personas con una enfermedad mental grave», dice Girón.
Según las cifras oficiales, son 41.500 las personas que en Galicia tienen reconocida oficialmente alguna enfermedad mental. Sin embargo, FEAFES Galicia considera que el número puede ser en realidad mayor, porque muchos pacientes todavía prefieren mantener la reserva sobre su enfermedad y, por tanto, no hacerla pública ni, en consecuencia, pedir que se les reconozca como tales. Además, las estadísticas apuntan a que una de cada cuatro personas sufre alguna enfermedad mental a lo largo de su vida. 
Pese a estos datos, FEAFES Galicia considera que a la atención psiquiátrica no se le presta suficiente atención en los programas sanitarios de prevención. «Algo se avanzó en los últimos años, pero hace falta discriminación positiva», opina Xosé Ramón Girón.