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Marina Macías y Adrián Varela, personal técnico de atención sociocomunitaria de las viviendas de transición.
Hoy, 23 de noviembre, se conmemora el Día Europeo de las Personas Sin Techo. Para cubrir las necesidades básicas de las personas que se encuentran en situación de calle en Compostela, Saúde Mental FEAFES Galicia dispone de un proyecto de viviendas de transición en el marco del Programa de Atención a Personas en Riesgo de Exclusión financiado por el Ayuntamiento de Santiago de Compostela.
«Yo en un principio estaba muy confuso porque la pensión no contributiva que tengo es muy pequeña y siempre estaba en número rojos. En FEAFES me hablaron del piso de transición y accedí a entrar», cuenta una de las personas que hace uso de estas viviendas. Para él, el paso por este recurso supuso un cambio radical porque aprendió a gestionar la economía doméstica, a hacer la compra adecuadamente, a cocinar o a mantener una convivencia correcta con sus compañeros.
Marina Macías, técnica de atención sociocomunitaria en las viviendas de transición, cuenta que existen dos factores clave alrededor de los que se trabaja en este proyecto: por un lado, la consecución de la autonomía de las personas usuarias y, por otro, que el objetivo último sea lograr la salida de los pisos. «Son personas adultas, por lo que el trabajo con ellas es desde la negociación y el acuerdo mutuo de los objetivos, desde el apoyo emocional y la atención psicológica, siempre permitiendo que pongan los límites que consideren necesarios», indica Marina. «El objetivo es que aquello que se trabaja sea considerado necesario por ellos mismos y que la consecución de los objetivos los aproxime a la salida con nuevas habilidades y competencias», añade.
El perfil de las personas que se atienden en este proyecto es variado, y cada una de ellas tiene sus aptitudes y dificultades, pero a priori, indica Marina, «la situación de calle genera una alta tensión y esto normalmente afecta a la patología. Unido a esta circunstancia suelen concurrir otros factores, como dificultades emocionales acarreadas por la situación económica o familiar». No obstante, los mayores inconvenientes suelen estar vinculados a la gestión económica y a la falta de ingresos; «esto, con frecuencia, repercute en hábitos de vida poco saludables», añade la técnica.

Desde la compra hasta la convivencia: así es el aprendizaje en los pisos de transición

Respecto al trabajo que se realiza en los pisos de transición, Marina Macías relata que las líneas de actuación dependen de las necesidades de cada persona. «Solemos comenzar con acompañamientos a servicios sanitarios y a la red de servicios sociales, para, en primer lugar, generar una seguridad en el usuario. El siguiente gran frente es el apoyo en la gestión económica, pues es básico que las personas aprendan a tener unos hábitos alimenticios, de higiene y de vida dentro de sus posibilidades»
Así, una de las personas usuarias de los pisos señala que aprendió cosas tan sencillas y útiles como elegir marcas económicas a la hora de hacer la compra o administrar el dinero del que dispone. «Cada uno necesita su tiempo para interiorizar los nuevos hábitos, pero siempre estuve muy contento con los profesionales y con los compañeros, respetando las formas de ser de cada uno», cuenta. 
Otro de sus compañeros destaca la convivencia como una de las cuestiones sobre las que más está aprendiendo: «A veces ha habido situaciones difíciles», indica, «pero me han aportado mucho aprendizaje. He aprendido que la vida puede dar un gran giro de un momento a otro y aquí encuentro la oportunidad de poder adquirir nuevas formas de autonomía, como por ejemplo en aspectos emocionales, en la gestión económica y en construir un puente para poder crear mi propio modo de vida», relata.
El apoyo emocional y la creación de una red social que pueda ser de utilidad para estas personas es otra de las cuestiones que se abordan en este programa. «Se pretende, en definitiva, que las personas usuarias de los pisos de transición puedan alcanzar un nivel de autonomía que les permita llevar una vida normalizada, dotados de competencias y habilidades y que además hayan entrado en contacto con una red de recursos sanitarios y sociales que puedan serles de ayuda», concluye Marina.

El trabajo en red, un elemento fundamental

La complejidad de los casos y circunstancias en las que se encuentran las personas en situación de calle exigen un trabajo conjunto y constante de múltiples agentes que, además, deben dar una respuesta inmediata en muchas ocasiones. «Debemos tener en cuenta que, a pesar de haber normalizado la presencia de estas personas en nuestro entorno, su día a día es sobrevivir. Y la cobertura de necesidades básicas como alimentación, asistencia médica o higiene, no entienden de atención con cita previa» señala Adrián Varela, compañero de Marina en el proyecto de viviendas de transición en Compostela.
Desde el Programa de Atención a Personas en Riesgo de Exclusión que lleva a cabo Saúde Mental FEAFES Galicia, se mantiene una comunicación constante con los servicios sociales comunitarios. «Cabe resaltar el esfuerzo del Ayuntamiento de Santiago de Compostela al incluir en su plantilla de trabajadoras sociales a una profesional dedicada en exclusividad a la atención a estas personas, lo que nos ha permitido contar con una línea de comunicación ininterrumpida e inmediata con los Servicios Sociales Comunitarios», indica Adrián. 
Así mismo, se realizan coordinaciones diarias con otras entidades y servicios de atención a personas sin hogar de la ciudad con las que se establecen líneas de intervención conjunta en la gestión de los casos: Cruz Roja, Cáritas Diocesana, Provivienda, la Cocina Económica o el Centro Sociocultural Juan XXIII, son algunos de ellos. Y por supuesto, también es fundamental la relación con los servicios sanitarios, tanto aquellos especializados en salud mental como los relacionados con la asistencia a personas con problemas de adicción. «En este aspecto, pese a los enormes esfuerzos de las administraciones públicas por articular respuestas más efectivas a la problemática sin hogar en los últimos años, aún existe un gran margen de mejora», indica Adrián.

No tener techo en tiempos de COVID

Como es evidente, el actual contexto de pandemia provocado por la COVID-19 ha afectado de manera más cruda a las personas sin hogar, aunque esto no ha supuesto un gran cambio en su día a día. «Se han articulado respuestas excepcionales y se han hecho muchas horas para poder atender, en este contexto, la ya precaria situación de estas personas. Las dificultades simplemente se han multiplicado. Las respuestas públicas a la situación de las personas sin hogar durante la pandemia se han centrado en medidas de control sanitario, lo que es comprensible, pero la desescalada posterior ha dejado claro que las medidas eran excepcionales y que el escenario que dejan ahonda en el agravamiento de la situación de las personas sin hogar», relata Adrián Varela.
Para él, el sinhogarismo es el síntoma más grave de un problema estructural. «El acceso a la vivienda, recogido en nuestra constitución como un derecho fundamental, está en el centro de este debate. Es evidente que las causa por las que una persona se encuentra en situación de calle pueden ser muchas, pero todas ellas generan situaciones complejas que requieren un esfuerzo a diferentes niveles que debería estar entre los puntos principales de la agenda de una sociedad del siglo XXI», reflexiona Adrián.
Por lo de pronto, el proyecto de viviendas de transición que gestiona Saúde Mental FEAFES Galicia en Compostela trata de aportar, en la medida de sus posibilidades, una pequeña respuesta a la situación del sinhogarismo en la capital gallega, que no resulta tan pequeña cuando se analiza con relación a los cambios que aporta en la vida de las personas que se benefician de él. «Gracias a FEAFES he conseguido incluso salir del piso, adquirir una vida fuera y tener una nueva familia. Desde aquí doy las gracias a la entidad y a mis compañeros», concluye una de las personas usuarias que hoy ya cuenta con una vida fuera del recurso.